Encrucijada
Al compás del metrónomo implacable
se marca el plazo irrevocable
al alma desconcertada.
El despreocupado vagar
por los campos de ilusiones
cesa ante la decisiva encrucijada,
un paso en falso y la hecatombe.
Las señales se multiplican confusas,
la voluntad se estrella con murallas de papel
hasta estancarse en inabarcable congestión,
en cuyos buses se agolpan, resignados,
los espíritus en derrota
¿Seguir la estela de los sueños
hasta perderse en el olvido?
¿Marchar por la senda de las ambiciones
hasta fatigar el banquete de la extenuación?
Hoy empieza la brutal carga
contra la trinchera del mañana.
La euforia del día
se consume en la desesperanza de la noche.
Expedientes de obligaciones en permanente acumulación,
reglajes minuciosos de nuestra existencia,
de duendes que nos llaman y hostigan para no divagar
y cobrar letras de pago marcando los plazos
en que vamos haciéndonos esclavos de la ansiedad.
En la encrucijada del deber
yace desdoblado, crucificado, el ser.
Voluntad abandonada a su suerte,
a bordo de una balsa a la deriva navego
por océanos de indecisión
Y de repente, el milagro,
qferrándome a las cumbres de un paraje
de encantadas florestas y ruinas de tiempos superpuestos,
contemplando en el horizonte la encrucijada
Conquisto efímera, la liberación
De una lúcida felicidad.
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